Un acuerdo es un convenio entre dos o más partes, sabemos que existen acuerdos formales como son: políticos, de paz entre naciones, de negocios, laborales, entre otros; acuerdos informales: los que hacemos con nosotros mismos y los que realizamos con las personas que nos rodean, estos de forma implícita o explícita. Muchas veces estos acuerdos informales se ven en la necesidad de ser revisados y/o modificados, y cuando esto no pasa crea en las partes cierta crisis que pueden llevar a quiebres emocionales, sociales y familiares.
Desde que nacemos, día a día, estamos haciendo acuerdos, por eso es tan importante saber que cuando realizas una solicitud, incluso a ti mismo, para que algo se realice tendrías que asegurarte que lo que se requiere está claro, atendiendo a respuestas claves, utilizando: qué, cómo y cuándo. Dando posteriormente la confirmación de que se acepta la solicitud.
¿Cómo son tus acuerdos?
Me gusta ilustrar esta respuesta con una metáfora que implica el nivel de profundidad, fortaleza y flexibilidad de algunas plantas. Son tus acuerdos cómo la superficiales como la raíz de la Yuca, fuertes como la Caoba o flexibles las Palmas:
Acuerdos palma: fuertes, resistentes, pero ante un cambio inesperado se acomodan para mantenerse a salvo. Esto lo podemos ilustrar con el siguiente ejemplo. Una pareja acuerda que ambos aportarán, en términos monetarios, al sustento de la casa y, que además se encargarán en iguales condiciones al quehacer doméstico. Sin embargo, son sorprendidos por una crisis financiera ya que el esposo pierde el trabajo y no puede cumplir con lo pactado inicialmente en relación a lo financiero. En este caso el acuerdo palma permite qué, atendiendo a las circunstancias presentes exista una renegociación de roles. Que la mujer se convierta, tal vez, en la proveedora principal, y que el esposo pase a encargarse de los quehaceres del hogar. Acomodándose así a la situación, mostrando equilibrio, solidaridad, comprensión y ajuste que les permitirá mantener la relación.
Por Geovanny Rosado